De la arbitrariedad: Misiles con nombre de chicle

Un titular que me ha llamado la atención ya varias veces a lo largo de esta semana reza  lo siguiente:"El Gobierno británico aprueba un histórico recorte del gasto en Defensa". 

Al leer reiteradamente noticias y noticias sobre esta medida, comprendida dentro de la serie de las llamadas "reformas de austeridad" economómica del país, y a pesar de conocer la parte negativa del asunto (42.000 empleos entre civiles y militares se van al garete), no puedo sino sentir un enorme alivio.  No pueden expresarlo mejor las palabras de Walter Oppenhaimer, corresponsal en Londres de El País: "Sin dinero no hay ejército, sin ejércitos no se ganan guerras y, para no ganarlas, más vale no hacerlas".

 Dentro del plan de ajuste del gasto público en Inglaterra (el mayor desde la II Guerra Mundial), el sector Defensa sufrirá una disminución de un 8% de fondos. En cantidades que podamos comprender: el Reino Unido apenas sería capaz de desplegar 30.000 efectivos en caso de contingencia militar en el exterior o, lo que es lo mismo, dos tercios de lo que llegaron a desplegarse en Irak.

La disminución de material humano y de las flotas abarca a los tres ejércitos: a la mítica RAF o Fuerzas Aéreas, también menos Marina, menos Ejército de Tierra, menos cabezas nucleares y lanzamisiles, ¡un 40% menos de tanques! Y sigue así con la artillería pesada, los buques y, sobre todo, el aplazamiento del programa de disuasión nuclear, o Trident (qué broma pesada la de llamar así a nuestros chicles) hasta 2016.

Así que el silogismo que se desprende de todo esto sería:

A MENOS GUITA--> MENOS EJÉRCITOS Y ARMAMENTO-->  MENOS GUERRAS (o, lo que es lo mismo, MAYOR SEGURIDAD CIUDADANA A NIVEL GLOBAL)

Puede parecer una obviedad, pero a mí me gusta verlo escrito para ver si se cumple porque, la verdad, ya bastante tenemos pensando que los Estados Unidos guardan en Europa 200 bombas atómicas.

Me vienen a la cabeza las bárbaras megalomanías de Blair y compañía, pienso en las poblaciones afganas e iraquíes, y no puedo evitar pensar que ojalá la crisis financiera hubiera aflorado antes...

Belén Lobos